La habilidad para editar sonidos o imágenes proporciona al editor un tremendo poder para dar forma a lo que el público ve. La edición se utiliza para distorsionar la realidad (como cuando transportamos instantáneamente al espectador a través del tiempo o el espacio), crear realidades alternativas (como las animaciones generadas por computadoras). Sin embargo, este tremendo poder conlleva a una responsabilidad ética de no conducir al público de maneras inapropiadas.
Esta responsabilidad ética es muy importante al producir programas que no sean de ficción, como las noticias, reportajes y documentales. Mientras un espectador espera y acepta la distorsión de la realidad en los programas de entretenimiento, otro rechaza la distorsión de programas que demandan presentar la realidad.
Las técnicas comunes empleadas en la producción de programas de entretenimiento como preparar un evento, dar indicaciones a los actores y editar para crear ilusiones no deben ponerse en práctica en programas realistas. Tales programas deben ser un reflejo de la realidad y el proceso de producción y edición no deben interferir con o distorsionar esta realidad.
Valerse de la edición para crear falsas impresiones en los programas realistas también va en contra de la ética. Esto incluye la edición de audio para que la persona parezca decir algo que en realidad no dijo.
También incluye unir tomas que no estén relacionadas para crear una impresión inexacta (como acompañar la imagen de un político con un aplauso del público cuando éste no respondió de esta manera).
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